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“El delicado arte de negociar”, por Donald Trump
En lo absoluto debe sorprendernos la nueva y temeraria declaración del ex candidato republicano y ganador de la elección presidencial en los Estados Unidos. Agitando esa bandera del “Make America Great Again”, la arenga nacionalista perpetuada desde 2016, más simbólica en países denominados comunistas, Donald Trump arremetió contra sus vecinos y socios comerciales.
De forma pareja, la advertencia se convirtió en un aviso: la implementación de aranceles hasta en un 25 por ciento a productos provenientes de México y Canadá, cuyas fronteras están invadidas de migrantes etiquetados como criminales, al agregar el paso a diestra y siniestra de armas como fentanilo. Así, asegura, ambos gobiernos deberán aplicarse.
El dicho del mandatario electo quien el próximo 20 de enero tomará posesión, para el día siguiente firmar el decreto, provocó lo que suele hacer una persona cuando con un tubo o palo le pega al avispero. Justin Trudeau salió a defender su nación, al grado de hablar telefónicamente con el magnate, pidiéndole no meter a los canadienses en estos problemas.
Más directa fue Claudia Sheinbaum. La carta publicada y enviada al republicano tuvo de todo, una medida similar si su intención no cambia, una aclaración de la realidad comercial que viven ambos países, como también poner la mesa a fin de encontrar soluciones a estas y más controversias que afectan la buena vecindad en Norteamérica.
Como hombre de negocios
Para quienes conocen perfectamente al millonario, esa actitud de tomar el paso al frente y llevar la iniciativa, con arrogancia, amenazante y ruda, le ha servido para lograr dividendos a su favor. A niveles donde se manejan millones y millones de dólares, las conversaciones suelen estar cargadas de muchas tensiones, ironías, trapos sacados al sol y el amague de ir a los tribunales. Así se rigen a esos niveles.
El problema para el presidente 47 en arribar a la Casa Blanca es poner en juego la estabilidad de un mercado de más de 500 millones de habitantes, cuyo PIB está muy por encima de Asia con su monstruo chino, así como el europeo. No sólo General Motors y Ford pierden por tener plantas en ambas naciones, también su socio Elon Musk por las necesarias autopartes que requiere Tesla y Space X, fabricadas en suelo mexicano.
Y si a eso vamos la revisión del T-MEC, los aranceles impactan directamente en una economía estadounidense de por sí lastimada por la alta inflación. Por algo muchos votantes le dieron la espalda al proyecto demócrata de Kamala Harris, culpable junto con Joe Biden del golpe a su bolsillo.
Lo cierto, Trump vuelve a mostrarnos su delicado arte de negociar. Nunca cambiará.